jueves, 15 de diciembre de 2011

Tácita

La taza de café ahí, apoyada en la mesada de la cocina. Y la gota seca en el borde, junto con las marcas de los labios. De quién serán, no sé, pero tuyos estoy seguro que no; para amarga ya está la vida y ponés agua a hervir para hacer un té frutal. Sin embargo, momento, hay otra taza, también con vestigios de café...pero no, esta no cuenta; es la mía del desayuno de la mañana. Pero entonces, ¿quién?...además, ¡no!, empiezo a recordar, ¡no! ¡el horror!. Llamen a Dupin, al Inspector, al agente DoDó. Tomen muestras húmedas de los labios, de las huellas; encuentren algún pelo, alguna colilla de cigarrillo, algo para descubrir quién (por dios, ¿quién?) formó parte de mi ritual con el café de Cuba, del cual solamente quedaba para una sola taza más. Quién hizo esto va a tener que rendir cuentas, y va a salirle caro (más de $50 el kg).