domingo, 31 de octubre de 2010

Me encanta viajar.

Tren. Un tren completo; locomotora, vagones, asientos, ventana, rieles y andenes. Y yo sentado en él. El tren avanza; cada tanto se frena en alguna estación, baja y sube gente. Sigue. Hace más de dos horas que estoy acá; no importa. Me adormezco, el viaje sigue, una hora más, quizás. Despierto sobresaltado; casi sigo de largo. Me bajo. Camino hasta la boca del subte.

Subte. Un subte completo; locomotora, vagones, asientos, ventana, rieles y andenes. ¿Será un deja vú?; no creo. Me dijeron que es igual al tren, pero sin luz natural, sin furgón y con mucho plomo en sangre después de algunos años.
Cuando subí, mis pretensiones eran encontrar un asiento; con el correr del tiempo, sólo pedía tener un poco de espacio para respirar. Increíblemente apretado viajo una hora más. Llegó a destino; menos mal, creí que no llegaba al próximo minuto. Me bajo, salgo a la superficie. Empiezo a caminar.

Caminar. Dos piernas, dos pies, la planta del pie en la vereda, pero teniendo como intermediaria  la suela. Camino 10, 15 cuadras, quizás. Te veo. Camino media cuadra más; te veo más de cerca. Avanzó un poco más; ya estás tan cerca que puedo tocarte. Doy el último paso. Te veo, te abrazo y te beso.

Me encanta viajar.

jueves, 21 de octubre de 2010

Típico

Observador en una mesa; se cree omnisapiente, "con calle"; ve  y escucha diálogo en otra mesa, cercana a él:

-es mejor así...no quiero seguir haciéndote sangrar.
-no importa, duelen de placer ésto; además, yo...
-no, además nada- dijo tajante, seria.-Ésto se termina acá.
-bueno, está bien... tal vez sea mejor así, después de todo, quién sabe...
-sí, vas a ver que sí...cuidate, ¿sí?, chau, nos vemos.

Observador se siente en un espejo, siente necesidad de hablarle al sujeto A, que se quedó revolviendo el café con leche con una actitud cuasimecánica:

-siempre igual,¿no?; pensás más de lo que decís, lo que decís realmente no lo pensás y, para colmo, te quedás pensando, como ahora, en que le hubieses dicho...típico.
-¿perdón?, ¿se puede saber quién le preguntó algo al campeón de la experiencia y conocimiento?
- no importa...¿es verdad o no lo que te dije?
-sí, pero...
-víste, típico...

Observador de levanta y se va; siente su omnisapiencia confirmada.

sábado, 16 de octubre de 2010

El autobús mágico.

Suponte un colectivo, el más grande que te puedas imaginar. Imagínatelo tan grande qué, ahora, estamos en él, y ni siquiera te das cuenta. Difícil, casi imposible es que lo hagas, porque nadie te pregunta si querés subir, así como nadie te pregunta si querés bajar. Simplemente uno está. Y está como puede; como puede y le sale, ya que, muy pocas veces, está como quiere. Es simple, nadie te pregunta sí pasillo o ventana, sí primera clase o escoria del mundo, sí títere o titiritero.

Pero el colectivo avanza. Siempre. Eso es inmutable y eterno. La mayoría de las veces, el trayecto nos adormece por su carácter monótono; ahí es cuando despertamos entre babas y sacudones, ahí es cuando queremos recuperar el trayecto que se nos pasó, que perdimos, sin darnos cuenta. Pero ya está, ya pasó; el trayecto es inmutable, siempre.

Otros, en cambio, admiran el paisaje con tanta avidez, con tanto ardor, que se abstraen demasiado, pierden la noción del viaje en sí, y terminan consumiéndose en sus propias pasiones. Pero, la gran mayoría, en cambio, intenta combinar ambas; la combina, suavizándolas, aunque a veces, no lo logre. Cuando lo hace, el trayecto adquiere una hibridez maravillosa, pero sostenida en los más delicados hilos. Un pequeño golpe y adiós equilibrio; hola frenesí, hola impavidez.

Y el viaje sigue, con una finalidad, que es la nuestra, pero sin fin, porque es universal. Cada tanto, se ve al guarda subir, y llevarse a algunos con él; parte del colectivo irrumpe en llantos y dolores, en quejas y lamentos, y pedidos de justificación. Ésa es, sin dudas, la parte más dura del viaje. Pero también, al mismo momento, vemos que el guarda trae nuevos pasajeros, queridos y amados ya de antemano, que los sentimos como propios, como "nuestros". Ésa parte, dicen, es una de las más dulces.

El secreto, entonces, está en ver que los 2 momentos son parte de una totalidad universal, que es el viaje. Sí falta alguna, no hay nada; sin nada, no hay viaje, sin viaje no hay vida, sin vida, no hay muerte.

martes, 12 de octubre de 2010

Viento

algunos, dicen, que el viento no es más que aire.
Dicen, también, que la primavera le agrega algo;
algo qué, aunque no sean tragedias, nos cierra la garganta y nos hace llorar;
le dicen polen, según sé.

pero el viento, el viento es algo más; yo ví otra cosa en él;
ví palabras e imágenes, que sólo tuve que tomar.
Las atrapé, y las hice mías,haciendome suyo;
pero no fue fácil, me llevó una vida lograrlo.

Antes, miraba, pero veía sólo aire;
escuchaba, pero oía un murmullo inentendible;
sentía, pero no con el alma, si no con manos curtidas;
todo era material, confuso y áspero; hasta que toqué al viento.

en él ví miles de palabras ya dichas, escuché frases ya hechas;
también ví personas, familias y ciudades; escuché sus historias, sus hazañas.
ví la historia de las civilizaciones, la historia del hombre, la tuya y la mía también.
Y, al final, entendí todo; yo, ya no era yo.

Ahora, soy parte del viento; soy parte de las palabras y de las imágenes.
entro en tu boca a cada frase, te recorro a cada respiro y te siento a cada ráfaga.
soy el todo, la nada y el espíritu;
soy todos los momentos en el tiempo.

sábado, 9 de octubre de 2010

Querer, Gustar

Me gustaría poder abrazarte, quererte otra vez.
Me gustaría poder estar ahí, inerte, pero cerca tuyo.
También me gustaría ser tuyo, pero ¿cómo serlo si ya no soy mío?
¿Cómo podría, si hasta de mí me has despojado?

Pero tal vez quisiera ser otro.
No otra persona, si no otra cosa.
Ser vida, pero no humana.
Ser muerte, pero sin conciencia

Quisiera ser aire, para por fin entrar en vos.
Quisiera ser viento, para poder recorrerte toda en un momento.
Quisiera ser rayo de sol, para hacerte sudar hasta los más íntimos sentimientos.
Quisiera ser destello de luna, para adormecerte en mí.

Demasiados quisiera, desbordes de gustos condicionados.
Demasiadas analogías inventadas para un sábado estéril.
Pero el quiero y el gustar, no mienten, no faltan a la verdad.
Te quiero sí, y además me gustas.